El plan de entrega de Canaimitas a los alumnos me parece formidable, pero la forma como se ha implementado no. Un maestro no puede ayudar al niño a utilizar esa herramienta si antes no ha sido adiestrado para eso. / Foto: JHONNATAN BENÍTEZ

23 Abr, 2017 | “Yo planteo que ninguno de los factores políticos en ambos bandos en estos momentos tiene cualidad para resolver la crisis que padece Venezuela ahorita”. Así lo dijo el sociólogo y educador José Rodríguez Suniaga, dirigente político del campo de la izquierda, activista deportivo y cultural asuntino, durante su participación en el programa Mar de Fondo que se transmite semanalmente por medio de la plataforma digital de Sol de Margarita.

Precisa que se refiere a las cabezas visibles de quienes detentan el poder y de las organizaciones políticas que los adversan. “En los líderes de ambos lados hay mucho odio, pugnacidad y resentimiento, mucho deseo de exterminar a la otra parte, mucho afán de protagonismo. Así nunca podremos ponernos de acuerdo”.

-¿Cree José Rodríguez que dentro de esos dos polos enfrentados hay gente con capacidad para asumir un diálogo sensato y comprometido, cuyas conclusiones sean respetadas por el gobierno y sus adversarios?

-Dentro del chavismo hay personas que no están de acuerdo con lo que están haciendo los que están dirigiendo el movimiento y el gobierno, y dentro de la oposición hay gente muy capaz que no comparte lo que están haciendo los líderes de esos partidos. Esas personas están llamadas obligatoriamente, por moral, por querencia a esta patria, a discutir y buscarle una salida a esta crisis.

Valores perdidos
Otra temática abordada con Rodríguez Suniaga en Mar de Fondo fue la referida a la pérdida de valores en la sociedad moderna, que este sociólogo atribuye al resquebrajamiento del núcleo familiar.

-Nuestras familias están resquebrajadas y hay ejemplos concretos. Casi el 80% de los muchachos de las escuelas vienen de hogares disfuncionales; lo que los sociólogos funcionalistas llaman hogares disfuncionales, aquellos donde no está el papá o no está la mamá, o no están los dos o estando los dos funcionan peor, pues no quiere decir que estando los dos las cosas funcionen mejor.

Apunta que como es sabido, los valores se inculcan en el hogar y evoca en que décadas atrás, cuando una madre veía a su hijo llegar con un lápiz que sabía que no era suyo, lo obligaba a decir cómo lo había obtenido y lo llevaba al día siguiente a la escuela a devolverlo si se lo había quitado a algún compañero. Esa acción te marcaba para toda la vida y te enseñaba que no podías coger las cosas que no eran tuyas, que eso era malo.

Añade que a lo largo de su experiencia como responsable de un centro comunitario del Ministerio de Educación, ha visto cómo muchos padres celebran la “viveza” del niño cuando les llega con un lapicero ajeno. “Dicen: ese hijo mío es un varón, es un avión, bailó a la maestra, a la asistente, ese salió a su padre. ¿Qué le está diciendo al niño? Que coja las cosas que no son suyas. Mañana te llega con un pendrive, después te llega con un celular, con una moto y después le toca irlo a visitar a la cárcel o al cementerio porque ese niño va a ser un delincuente”.

Aliado de dos filos

Rodríguez Suniaga, en sus reflexiones, advierte que en el mundo moderno formar adecuadamente a un niño es más complicado que antes, pues ahora con el desarrollo de la tecnología comunicacional que lo ha invadido todo, se hace más difícil preparar al muchacho para recibir información de toda naturaleza.

-En esta pérdida de valores también tiene mucho que ver la bendita televisión. La tecnología comunicacional. Nosotros no tuvimos celulares, ni Twitter ni pin, teníamos que ceñirnos a las enseñanzas que nos daban nuestros padres.

-¿La tecnología es mala per se?

- Cuando es mal utilizada es diabólica. Es angelical, fenomenal cuando se utiliza como debe ser, pero cuando se da un mal uso a los medios, a los sistemas de comunicación, es fatal, es diabólica. El problema es que a los muchachos no se les ha orientado bien sobre cómo usar las herramientas tecnológicas. Si en las escuelas no reciben esa orientación y al llegar a la casa, nadie está en condiciones de hacerlo, entonces todo se vuelve una anarquía comunicacional en esa etapa cuando el muchacho está en formación, lo cual es muy peligroso porque es la etapa de búsqueda, de identificación de su vida.